El Cristianismo Verdadero y Las Falsas Religiones
Jesús y las religiones — Una advertencia pactual
Hechos 4:12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Juan 15:5 porque separados de mí nada podéis hacer.
El profesor Gastón Soublette, nuevamente dando cátedra, confirma lo que Jesús ya había declarado con absoluta claridad:
> Juan 14:6 – "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí."
Jesús no dejó espacio para relativismos ni pluralismos religiosos. Él no dice ser un camino, sino el único. No es un maestro entre muchos, sino el único Mediador del pacto eterno entre Dios y los hombres (1 Tim. 2:5).
Él es, por tanto, la puerta estrecha:
> Mateo 7:13 – "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella."
Y frente a Él, están todas las otras religiones, filosofías, espiritualidades y sincretismos, que constituyen la puerta ancha. Esta es la trampa de la falsa piedad, del culto sin verdad, del conocimiento sin arrepentimiento. Como dice la Escritura:
> Proverbios 14:12 – "Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte."
El cristianismo no es una religión más:
El cristianismo no es "una" religión entre muchas, sino la única relación de pacto verdadera establecida por el Dios trino con su pueblo, en Cristo. No se trata de subir por una escalera de méritos humanos, sino de entrar por la puerta que Dios mismo abrió en el pacto de gracia, consumado en el Hijo.
> La puerta no es un sistema ritual, ni un código moral humano.
La puerta es Cristo mismo, el Mediador del pacto, quien exige rendición absoluta bajo su señorío (Sal. 2:12).
La relación pactual requiere responsabilidad:
Toda relación con Dios es pactual: tiene promesas y consecuencias. Beneficios y sanciones. No es opcional.
Aceptar a Cristo no es una “alternativa espiritual”, sino un llamado judicial:
A entrar en el Reino (Mc 1:15), por la fe de Cristo. No por una desición basada en una experiencia personal.
A someterse a su ley (Mt 28:20),
Y a vivir bajo su gobierno (Is 9:6-7).

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