Culto Cristianos para la Gloria de Dios
Lo que sucede en el culto es un Asunto de vida o muerte, porque el culto es para Dios.
Mateo 7:6 No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.
Así Juan Calvino lo demostró el día en que se negó a dar la Santa Cena del Señor a Philibert Berthelier, que había sido excomulgado por su promiscuidad sexual. Este hombre apareció en el culto público acompañado de otros hombres armados de espada porque el concilio de la ciudad había revocado la decisión. Entonces Calvino descendió del pulpito, extendió sus brazos sobre la mesa de comunión y dijo:
“Pueden quebrar estas manos, pueden cortar estos brazos, pueden tomar mi vida, mi sangre es vuestra, pueden derramarla; pero nunca me forzarán a dar las cosas santas al profano y deshonrar la mesa de mi Dios.” Los libertinos no tuvieron más remedio que salir de la iglesia.
Con este mismo sentido divino del culto, el Apóstol Pablo cambia el enfoque de la preocupación por los falsos maestros a la preocupación por el culto y sus adoradores, instruyendo a Timoteo sobre lo que es bueno y agradable delante de Dios en el culto, para que “sepa cómo debe conducirse en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad”.

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