Historia de la Doctrinas de la Gracia Bíblica antes del Juan Calvino
¿JUAN CALVINO INVENTÓ LAS DOCTRINAS DE GRACIA? NO LO INVENTO, ESO ESTA EN LA BIBLIA Y EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA.
Podemos extender una línea dorada hasta el propio Jesucristo a través de una santa sucesión de poderosos padres, y todos ellos sostuvieron estas gloriosas doctrinas. Y podríamos preguntar en relación a ellos: “¿Dónde encontrarías hombres más santos y mejores en todo el mundo?” Ninguna doctrina está tan calculada para preservar al hombre del pecado como la doctrina de la Gracia de Dios. Quienes la han llamado “una doctrina licenciosa” no han sabido absolutamente nada acerca de ella. Charles Spurgeon - Una defensa del calvinismo
Es el mito más extendido por los enemigos del “calvinismo” (muchos le llaman así pero en verdad se llaman “doctrinas de la gracia”) es alegar que Juan Calvino inventó la doble predestinación, la expiación limitada, la gracia irresistible y todas las demás doctrinas claves de las doctrinas de la gracia; las iglesias presbiterianas, reformadas, bautistas, valdenses entre otras denominaciones, aceptan las doctrinas de la gracia o lo que muchos llaman TULIP (mal nombrado como calvinismo), todas estas denominaciones interfieren en ciertos puntos como el bautismo, liturgia, gobierno de la iglesia ect; pero concuerdan en las doctrinas de la gracia, siendo estas doctrinas un herencia de la tradicion reformada; pero ¿en verdad Juan Calvino inventó las doctrinas de la gracia? O deberiamos preguntarnos ¿las doctrinas de la gracia es un invención del siglo XVI? La respuesta es un rotundo NO; aun antes de la reforma protestante radical (no confundir con el anabaptismo), ya existia la noción de las doctrinas de la gracia, quiero compartirles, lo que para mi es, el mejor referente de la doctrinas de la gracia en la alta Edad Media.
Prudencio de Troye (¿-861) fue obispo de Troyes, en Francia. Escribió una carta llamada “Epistola tractoria ad Wenilonem”, una carta dirigida a Wenilo (quien fue arzobispo de Sens desde 836 u 837), donde aprueba la ordenación como obispo de Eneas de París, donde expone las 4 doctrinas que debe creer y aceptar; a continuación pondré la carta de forma integra desde el primer punto, usted se dara cuenta que es muy explicito, se trata de un documento del siglo IX, y si usted no lo supiera, creería que se trata de una carta de Juan Calvino, pero no, es una carta que fue escrita casi 700 años antes que naciera Calvino, la carta dice:
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SOBRE EL LIBRE ALBEDRÍO
Primero. Evidentemente, que uno debe confesar que el libre albedrío, perdido en Adán por el mérito de la desobediencia, nos es restaurado y liberado por medio de nuestro Señor Jesucristo. Mientras tanto [vivimos] en esperanza [de salvación]; más tarde [lo poseeremos] en realidad, tal como dice el Apóstol, “Porque en esperanza hemos sido salvos” (Rom. 8:24). Sin embargo, debemos asignar la gracia del Dios omnipotente a toda buena obra, ya sea proponiéndola, comenzando, ejecutando o terminando con perseverancia. Y debemos saber que sin él de ninguna manera podemos hacer nada bueno, ya sea proponer, querer o trabajar.
SOBRE LA DOBLE PREDESTINACIÓN
Segundo. Que uno crea y confiese que por el más alto y secreto consejo del Dios omnipotente, algunos fueron predestinados a la vida por la misericordia gratuita de Dios antes de todas las edades, y algunos fueron predestinados al castigo por un juicio inescrutable. Evidentemente, ya sea para salvación o para condenación, ha predestinado lo que había sabido de antemano que iba a hacer al juzgar, como dice el profeta: “El que hizo las cosas futuras” (Is. 45:11).
SOBRE LA MUERTE DE CRISTO
Tercera. Que uno crea y confiese con todos los católicos que la sangre de nuestro Señor Jesucristo fue derramada por todas las personas que creen en Él en todo el mundo, pero no por los que nunca creyeron en Él, no creen hoy o nunca creerán, como dice el Señor mismo: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mt. 20:28).
CONCERNIENTE A LA VOLUNTAD DE DIOS
Cuatro. Que uno crea y confiese que el Dios omnipotente quiere salvar a quien [Él quiere], y que nadie puede de ninguna manera ser salvo a menos que Él lo salve; y todos los que iban a ser salvos, Él quiso ser salvos. Y por esto, [en cuanto a] los que no son salvos, claramente no es Su voluntad que sean salvos, como dice el profeta: “Todo lo que Dios quiso, lo hizo en el cielo y en la tierra, en el mar y en todo el abismo ”(Sal. 135: 6).” (The Tractoria of Prudentius of Troyes (d. 861) Francis X. Gumerlock) >>>>>>>
Note que expone al menos de forma explicita 3 puntos de Tulip. Sostiene la depravación total cuando dice que “Evidentemente, que uno debe confesar que el libre albedrío, perdido en Adán por el mérito de la desobediencia, nos es restaurado y liberado por medio de nuestro Señor Jesucristo”; sostiene la expiación limitada, el dice “la sangre de nuestro Señor Jesucristo fue derramada por todas las personas que creen en Él en todo el mundo, pero no por los que nunca creyeron en Él, no creen hoy o nunca creerán, como dice el Señor mismo”, sostiene la perseverancia de todos lo santos al afirmar que “Que uno crea y confiese que el Dios omnipotente quiere salvar a quien [Él quiere], y que nadie puede de ninguna manera ser salvo a menos que Él lo salve; y todos los que iban a ser salvos”, sin dudas estamos ante un “proto calvinista”; lo que mas sorprende es sus palabras finales, donde confirma que Agustín de Hipona expuso estas doctrinas, condenado las herejías de Pelagio y que la iglesia católica sostiene estos mismo puntos (lamentablemente no fue así por mucho tiempo) el concluye así:
“Además, PUEDE SER QUE ALGUNOS HAYAN CONSENTIDO, APROBADO Y SUSCRITO OTRAS OPINIONES, QUE LA IGLESIA CONDENÓ UNIVERSALMENTE CONTRA PELAGIO. Sin embargo, contra él y sus compañeros, LA IGLESIA TODOS LOS DÍAS SE ALEGRA, CONFIESA, PREDICA, SOSTIENE Y SOSTENDRÁ ESTAS COSAS, habiendo sido liberada de sus opiniones muy depravadas a través de la sede apostólica, ante la insistencia del bendito Aurelio, obispo de Cartago Y AGUSTÍN, con otros doscientos catorce obispos, y se ha hecho común en todo el mundo a través de muchas epístolas y libros. Que Él [Dios], a través de Su generosidad, SE DIGNE PRESERVAR PARA SIEMPRE ESTAS COSAS FELIZMENTE A TRAVÉS DE TODO SU CONSENTIMIENTO, [sabiendo que] su paternidad y fraternidad dignas de alabanza es inquebrantable y muy fuerte a través de la gracia celestial.” (Ibid)
Prudencio de Troye ofrece una lista de doctores de la iglesia que creían, sostenían y enseñaban estas doctrinas, el dice:
“Sin embargo, hasta donde puedo, demuestro la presencia de mi consentimiento a través de cartas y a través del legado de nuestra iglesia, el sacerdote Arnold. Porque el que ha de ser ordenado, habiendo sido instruido por todos en la sede apostólica y por los escritos y dichos de los benditos padres Inocencio, ZÓSIMO, BONIFACIO, SIXTO, LEÓN, GELASIO, CELESTINO, GREGORIO, HILARIO, AMBROSIO, AGUSTÍN, ISIDORO, PRIMASIO, FULGENCIO, GREGORIO, JERÓNIMO, CASIODORO, BEDA Y OTROS HOMBRES IGUALMENTE CATÓLICOS Y ORTODOXOS, desea al confesar suscribirse y suscribirse A CONFESAR, PARTICULARMENTE A LOS CUATRO CAPÍTULOS POR LOS QUE TODA LA IGLESIA CATÓLICA HA LUCHADO Y TRIUNFADO CONTRA PELAGIO Y LOS SEGUIDORES DE SU HEREJÍA, y ha confiado para la memoria de la posteridad en una literatura muy extensa que lleva autoridad y verdad, profeso mi consentimiento a su ordenación.” (Ibid)
Como San Agustín que era Padre y Doctor de la Iglesia que creía en la Doctrina de la Gracias
LOS 5 PUNTOS DE LA DOCTRINA DE LA GRACIA SE PUEDE ENCONTRAR EN LA BIBLIA QUE CREÍA LOS PERSONAJES BÍBLICOS
Antes del termina, vamos a mostrar ejemplos bíblicos sobre la existencia de la Doctrina de la Gracia en la Biblia.
Lucas 24:44 Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
CONCLUSIÓN
La carta de Prudencio de Troyes a Wenilo, es prueba que las doctrinas de la gracia no fue un invento de Calvino y muchisimo menos un invento de la reforma protestante del siglo XVI; y por lo tanto, con todo respeto lo digo, insistir en tales mitos solo es signo de soberbia y fanatismo de aquel que las propaga.
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