¿MALDICIONES GENERACIONALES O MALOS EJEMPLOS?

¿MALDICIONES GENERACIONALES O MALOS EJEMPLOS?



Algunas personas utilizan el texto de Éxodo 20:5, para afirmar que hay maldiciones que pasan de padres a hijos como una herencia espiritual que daña la vida de los hijos. El verso dice lo siguiente: “Yo Soy Jehová tu Dios fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen.” Este texto está hablando del castigo a quienes por su propia decisión deciden seguir los malos ejemplos de sus padres y aborrecen (desobedecen) a Dios, y no de “maldiciones generacionales”.

Muchos creyentes interpretan mal este pasaje al aislarlo del resto de las Escrituras y afirman que hay maldiciones que pasan de padres a hijos y que deben “romperse”, o “desatarse”. Si bien es cierto que el pecado original de Adán lo heredamos todos, también es cierto que desde el antiguo testamento Dios estableció que “el alma que pecaré esa morirá” (Ezequiel 18:4) y que “cada cual por su propia iniquidad morirá” (Jeremías 31:30) y Jesús dijo “si el hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36). No podemos ni debemos sacar un pasaje del contexto general de la Biblia, porque toda las Escrituras son inspiradas por Dios y NO se contradicen. La "maldición generacional" es una doctrina muy difundida, pero es falsa.

En el texto de Éxodo 20:5, Dios está hablando de juzgar la maldad de los Israelitas por el pecado de idolatría, y el mismo texto es claro al decir que Dios visita o castiga la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera o cuarta generación DE LOS QUE ABORRECEN A DIOS, esto quiere decir que si las siguientes generaciones continúan practicando el mismo pecado de idolatría tomando el mal ejemplo de sus padres, Dios castigará la maldad de cada uno, no por herencia, sino porque cada uno tomó la decisión de aborrecer a Dios; pero si en una generación, no importa cual, hay un cambio de actitud y en vez de aborrecer a Dios, los hijos comienzan a OBEDECER a Dios, entonces Dios NO los castigará, al contrario los perdonará y los bendecirá. Lo anterior está totalmente de acuerdo con el texto de Ezequiel capítulo 18, donde Dios declara que castigará la maldad en cada individuo y que cada uno morirá por su propio pecado o vivirá por su propia obediencia (Leer capítulo completo). Si continuamos la lectura en el mismo capítulo de Éxodo 20 en el verso 7, dice que Dios hace misericordia a mil generaciones DE LOS QUE LE AMAN. Si quienes afirman que hay maldiciones generacionales estuvieran en lo correcto, significaría también que las bendiciones se heredarían de igual manera. ¿Quiere decir que, aunque de esas mil generaciones algunos se aparten de Dios y practiquen toda clase de pecados no les vendrá mal?, ¿heredaran las bendiciones de Dios por el amor y la obediencia de un antepasado?, de ninguna manera, el trato de Dios es personal para quienes le aman y para quienes le aborrecen, el castigo o la bendición no son hereditarios.

Dios estableció en la ley dada a Moisés que “Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado.” (Deuteronomio 24:16), y esto se refiere a que en una corte judicial no podía tenerse por culpable a un padre por el pecado de un hijo, ni a un hijo por el pecado del padre, cada uno pagaría por su propio pecado, y espiritualmente aplica el mismo principio, el texto no habla de delito sino de pecado.

Veamos un claro ejemplo en la Biblia: Al estudiar las crónicas de los reyes de Judá, en 2ª.de Reyes 18:3, vemos la historia del rey Ezequías; nos dice que fue un rey justo y temeroso de Dios, pero vemos en el capítulo 21 verso uno, que su hijo Manases comenzó a reinar tras la muerte de su padre, y Manases hizo lo malo delante de los ojos de Dios; si fuera cierto que Dios castiga la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación, quiere decir que sus siguientes generaciones estarían bajo condenación por el pecado heredado, veamos si es cierto; en el 21:19 vemos que a la muerte de Manases, reinó su hijo Amón, quien también hizo lo malo, sin embargo en el capítulo 22 versos 1 y 2 vemos que a la muerte de Amón reinó Josías su hijo y él hizo lo recto delante de Dios. Josías no heredó el castigo por la maldad de su padre y abuelo, sino que sirvió a Dios y se convirtió a Él con todo su corazón. Como vemos no hay un castigo heredado, sino un mal ejemplo en algunos casos y en todos los casos la propia decisión de cada hombre de buscar a Dios y obedecerlo, o de aborrecerlo y desobedecer su Palabra. El pasaje nos muestra que la ira de Dios no se apartó de Judá como nación, porque el pueblo continuo en los pecados de idolatría y desobediencia a Dios siguiendo el mal ejemplo de Manases, pero el rey Josías murió en paz y con la bendición de Dios. Josías era la tercera generación de Manases y la segunda de Amón, ambos fueron malos y aborrecieron a Dios, pero Dios no castigo a Josías por la maldad de su padre y abuelo, tampoco lo premio por la bondad de su bisabuelo Ezequías, el trato de Dios fue personal para cada uno de ellos.

Algunas personas dicen que las “maldiciones generacionales” o pecados heredados de nuestros padres limitan la vida de un cristiano, y que son la causa de pecado, enfermedad y pobreza, pero la Biblia enseña que tenemos vida abundante en Cristo Jesús. Ni Jesús ni ninguno de los apóstoles o escritores del Nuevo Testamento, habló o enseñó de la necesidad de romper pecados ancestrales, y eso hubiese sido un punto muy importante en las Iglesias de las regiones griegas donde la idolatría, la hechicería y la adoración a muchos dioses eran tan comunes; todos los nuevos convertidos tendrían que haber roto con muchas generaciones de maldad. Otro ejemplo lo vemos en Abraham, quien fue sacado de Ur de los Caldeos, un pueblo pagano y Dios no vio el pecado de sus padres, El miró su corazón y se agradó de su fe. La única alusión a pecado de los padres sobre los hijos que vemos en el Nuevo Testamento, la hacen los discípulos en Juan 9:2, cuando le preguntan a Jesús si fue el hombre que nació ciego quien pecó o fueron sus padres para que Dios lo castigara con ceguera, pero ellos no están hablando de parte de Dios ni sentando doctrina bíblica, simplemente estaban mostrando la mentalidad judía de la época, Jesús no les da la razón, sino que les dice que esa enfermedad es para que las obras de Dios sean manifestadas en él. La enfermedad puede venir a la vida de una persona por diversas causas, incluyendo el pecado (1ª. Corintios 11:30), pero en todo caso si somos creyentes, debemos confiar en la sabiduría, en la soberanía y en la bondad de Dios, orar y esperar en El, en vez de buscar justificaciones supersticiosas o declaraciones mágicas para “obligar” a Dios a actuar en nuestro favor.

Es importante recordar que una enfermedad hereditaria o un padecimiento genético no son maldiciones, Dios en Su sabiduría tiene el control de nuestras vidas y si vivimos en obediencia a Su Palabra y le amamos, no podemos creer que El este castigando en nosotros los pecados de otros, todas las cosas ayudan a bien, a los que aman a Dios (Ro.8:28). Las enfermedades hereditarias como el cáncer, el asma, etc. no significan que Dios este castigando a una persona por el pecado de sus padres. A causa de la caída de Adán, entraron la enfermedad y la muerte a la humanidad (Ro.5:12; 1ªCo.15:21), todos enfermamos y todos vamos a morir físicamente, una persona no puede decir que por ser muy santo no va a morir físicamente, o que nunca va a enfermarse, las excepciones que vemos en la Biblia están en la sola soberanía de Dios (Enoc y Elías), y por otra parte vemos que hombres de Dios como los profetas y los apóstoles de Cristo, todos murieron y algunos padecieron de enfermedades que no fueron sanadas, como Pablo. Si una persona tiene una enfermedad hereditaria como por ejemplo cáncer, debe confiar en la sabiduría y en la soberanía de Dios en vez de quejarse de ello, “dirá el vaso a su hacedor ¿Por qué me hiciste así? (Romanos 9:20)”, por supuesto que puede orar y pedir a Dios por sanidad, pero en Su soberanía es Dios quien decide si va a sanarlo o no. Dios no nos promete que no moriremos físicamente o que nunca enfermaremos, Él nos promete vida eterna en Su presencia. Es indispensable para un cristiano entender que el propósito de Dios para los creyentes es celestial y eterno, y no temporal ni terrenal. Por otro lado, como consecuencia de pecados sexuales o adicciones, los padres pueden transmitir o contagiar a un hijo enfermedades o hacer que nazca con defectos físicos, esto no es el castigo de Dios por el pecado de los padres, es la consecuencia lógica del descuido y maltrato de los padres a sus propios cuerpos al momento de concebir al bebé, de igual manera una madre que se cuida y toma vitaminas, no está transmitiendo bendiciones “espirituales” a su hijo para que nazca saludable, porque cualquier madre responsable, aunque no crea en Dios, va a tener cuidado de sí misma y de su bebe, y proveerá el sustento necesario para que su hijo este bien tanto dentro como fuera del vientre; en ambos casos la salud o la enfermedad del niño serán las consecuencias del cuidado que los padres provean.

Hay quienes apoyan la idea de maldiciones generacionales citando ejemplos como que hayan varias madres solteras en una familia o el que una mujer se case cuando ya está embarazada, en ambas situaciones no hay “maldiciones”, sino malos ejemplos y desobediencia a la Palabra, si una madre soltera viene al Señor y enseña a sus hijas a amar y obedecer a Dios, sus hijas sabrán que Dios prohíbe las relaciones íntimas antes del matrimonio, y si ellas deciden obedecer a Dios eso hará que esta situación no se repita, en todo caso la decisión de obedecer o desobedecer es personal, de igual manera aunque la madre no sea creyente, pero si las hijas deciden obedecer la Palabra de Dios, el patrón de conducta no se repetirá. Con respecto a los “votos de pobreza” “problemas de endeudamiento” etc., no son maldiciones heredadas de los padres, sino malos ejemplos y malas actitudes que los padres pueden inculcar a sus hijos, un padre puede transmitir a sus hijos una actitud de derrota o una forma pesimista o fatalista de ver la vida, pero la palabra de Dios nos enseña que la forma de salir de ello NO es “rompiendo maldiciones” sino a través del trabajo diligente y honrado, de renovar nuestra mente de acuerdo a la Palabra de Dios y de reconocer a Dios en todos nuestros caminos para que el enderece todas nuestras veredas, la clave no es “romper” sino OBEDECER LA PALABRA DE DIOS.

Es incorrecto hablar de maldiciones generacionales que pasan de padres pecadores a sus hijos; si hablamos de creyentes, un cristiano verdadero no puede estar bajo maldición, pues la Biblia enseña que “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1), y aún si los hijos no son creyentes, Dios los juzgará por sus propios pecados y no por los pecados de sus antepasados. En Cristo hemos sido libres no sólo del pecado original heredado de Adán, sino de todos nuestros pecados y ya fuimos redimidos (comprados por precio) de la vana manera de vivir (malos ejemplos) heredados de nuestros padres, y si hemos sido liberados por El Hijo de Dios, somos ¡VERDADERAMENTE LIBRES!

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