Exito Biblico


¿Desea la clave para tener Exito Biblico?

¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, y en su ley medita de día y de noche! Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera. No así los impíos, que son como paja que se lleva el viento. Por tanto, no se sostendrán los impíos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos. Porque el SEÑOR conoce el camino de los justos, mas el camino de los impíos perecerá. - Salmo 1:1-6




Leamos lo que William MacDonald nos dice en su comentario a este Salmo: El hombre verdaderamente bienaventurado es aquel que evita el estilo de vida de los impíos. En su contacto con ellos, evita ser cómplice suyo y ni siquiera da aprobación tácita de su pecado y escarnio. Esto no significa que se aísle completamente de los malos. Al contrario, les testifica acerca de: «pecado, justicia y juicio venidero», y busca presentar a Cristo, quien es la única fuente de placer duradero. El hombre dichoso es un verdadero amigo de los impíos, pero NO es compañero de ellos. Es imposible visualizar un hombre contento que no sea también un hombre del Libro de Dios. Él tiene un apetito insaciable por la Palabra de Dios. Ama la Biblia y medita en ella día y noche. Por medio de esta meditación su propia vida es enriquecida y llega a ser canal de bendición para otros. El hombre que está separado del pecado y unido a las Escrituras tiene todas las cualidades de un árbol fuerte y fructuoso: Está plantado junto a corrientes de aguas, y tiene una fuente inagotable de nutrición y refresco. Da su fruto en su tiempo: manifiesta las gracias del Espíritu, y sus palabras y sus hechos siempre son a tiempo y apropiadamente. Su hoja no cae: su vida espiritual está caracterizada por una renovación interior y continua.

Esta clase de hombre prosperará en todo lo que hace. La razón, por supuesto, es que él está viviendo en comunión con el Señor, y todo su servicio está dirigido por el Espíritu Santo. La única manera de ser eficaz y tener éxito en la vida cristiana es ser dirigido por el Espíritu de Dios. ¡La actividad dirigida por uno mismo es una gran pérdida de tiempo, dinero y fuerzas!

No así los malos; esto es, que ni están bien plantados, ni son fructuosos, ni duran, ni prosperan. Como el tamo, a ellos les falta cuerpo o sustancia. Cuando soplan las tormentas de la vida, se muestran inestables. Un viento fuerte les arrebata. Los malos no se levantarán en el juicio. Ellos, por supuesto, comparecerán ante Dios en el Juicio del Gran Trono Blanco. Pero el significado aquí es que no tendrán ninguna defensa adecuada. Se encontrarán sin apoyo y sin argumentos. Además, jamás se levantarán en la congregación de los justos. Serán eternamente excluidos de la compañía de los que son salvados por la gracia por medio de la fe en el Señor Jesucristo. ¿Cuál es la razón de todo esto? JEHOVÁ conoce el camino de los justos. Él no solamente se da cuenta de sus vidas, sino también les aprueba. ¡Qué contraste es esto con el final de una vida de pecado, que termina en la muerte eterna!

Pero no podemos enfatizar demasiado que el destino de una persona no está determinado por su modo de vivir. El factor determinante es si ha nacido de nuevo por la fe en el Señor Jesucristo. El justo es aquel que ha confesado su pecado y ha recibido al Señor Jesucristo como su Salvador personal. Su vida de justicia es el resultado de su vida nueva en Cristo. El hombre malo es aquel que rehúsa reconocer su necesidad, y no dobla su rodilla al Señor Jesús. Prefiere quedarse con su pecado que tener al Salvador, y de este modo él mismo sella su destino. – William MacDonald, comentario al libro de los Salmos.

Lea, estudie y medite en La Palabra de Dios, La Biblia. Pida a Dios en oración que El Espíritu Santo lo ilumine para que pueda entenderla y le conceda la Gracia para obedecer y poner por obra lo que lee.




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